jueves, 25 de agosto de 2011

Reseña "El otro cielo"

Cuenta la vida de un hombre que desde adolescente frecuenta galerias de los barrios de una ciudad, que tiene un aire de Buenos Aires y París. El tema es fácil y vulgar. Pero Cortázar muestra su habilidad con pocas palabras, describe a un hombre que carece de valores. Al leer el cuento se saca la impresión de que los protagonistas, hombres y mujeres, son aburri­dos, tristes, sin amigos verdaderos, sin ilusiones, tímidos y vergonzosos. El protagonista narra su vida: que vivió de pequeño con un padrastro que no se interesaba por él; su madre, una mujer blanda que no muestra muchos cuidados ni energía, que se enoja cuando su hijo (de grande) no duerme en la casa, pero que se conforma con cualquier regalo. De joven el muchacho siente curiosidad por estos lugares pero sobre todo porque siente la necesidad de ser alguien; tiene que suplir de alguna manera su carencia interior, su falta de personalidad. Y en este ambiente es donde cree que va a conseguir la hombría con un poco de plata; se describe como alguien que no puede triunfar de otra manera en la vida, porque no tiene categoría pa­ra ello, y quiere tener la sensación de ser alguien acudiendo a esos lugares, con poca plata, que ni siquiera se lo gano con su esfuerzo, sino que se lo dieron en su casa, su vida transcurre entre su casa y el trabajo, una novia por la que no siente gran atracción, y su vida aburrida. Este último aspecto lo va absorbiendo de modo casi total, llegando a ser “el otro cielo”. Cielo de estuco y yeso con los adornos baratos de los lupanares, el protagonista describe estos lugares como sitios lúgubres, donde hay gente triste, desechos de la vida y donde huele mal, a cer­veza avinagrada, a humo de tabaco barato; donde no se ve casi la luz del sol. Los clientes repudian el ambiente limpio, hasta el punto de que el mismo protagonista, por prescripción médica, tiene que ir a un ambiente sano, a una isla, y no aguanta más de dos o tres días.
En el barrio circula el miedo al asesino Laurent, otro ser infeliz. Miedo del que participa el protagonista; da la sensación de que es el miedo que tiene a su inutilidad, y quisiera huir buscando pro­tección en su madre o en su novia; pero su amor propio se lo impide. Aparece un personaje al que llaman el sudame­ricano, que tiene aire siniestro, pero que al final resulta ser un pobre hombre parásito de esos lugares. Muere solo y en su ve­latorio sólo arde una pobre vela y le acompaña un rato la casera del hospedaje. Todo el ambiente de gran malignidad es pura aparien­cia que se desvanece como el humo. El protagonista se casa, pensando que es una “normalidad burocrática”; va hacia él, por iner­cia o por conveniencia social, sin ideas positivas.
Por Giuliana Belén Gonzalez